Normalmente no analizamos cada acción y situación de una forma intensiva, sin prejuicios, no dando nada por supuesto. Lo que solemos hacer es analizar e interpretar las cosas de la manera que nuestra experiencia dicta que es más “probable” (ya sea para ahorrarnos energía, tiempo o simplemente por pereza), o directamente actuamos según una programación ya predefinida de lo que se supone que se debe hacer en cada caso. De esta manera nuestras soluciones suelen estar limitadas a unas pocas opciones que suelen funcionar para la vida cotidiana pero que para algunas situaciones se quedan demasiado cortas.
En un maravilloso artículo de Edward Bono sobre el “pensamiento lateral”, término acuñado por él mismo, se encuentra esta sugerente metáfora:
“Del mismo modo que el agua fluye a lo largo de una pendiente, se deposita en los huecos y queda confinada en el lecho de los ríos, el pensamiento vertical fluye a lo largo de los caminos más probables y su propia corriente aumenta la probabilidad de que se sigan esos caminos en el futuro.
El pensamiento lateral es el pensamiento de la baja probabilidad. Deliberadamente se abren nuevos canales para modificar el curso del agua. Se tapan viejos canales a la espera de que el agua salga y fluya según modelos nuevos y mejores para la ocasión. A veces hasta se extrae el agua hacia arriba de una manera antinatural. Cuando la línea de pensamiento de baja probabilidad conduce a una nueva idea eficaz, se produce un momento de eureka, y enseguida el enfoque de baja probabilidad adquiere la probabilidad más alta. Es el momento en que el agua extraída hacia arriba con dificultad forma un sifón y de inmediato comienza a fluir libremente. Este momento constituye siempre la meta del pensamiento lateral. Ambos tipos de pensamiento son complementarios”
En el mismo artículo Edward Bono proponía el siguiente ejemplo para ilustrar el pensamiento lateral:
“Hace muchos años, un comerciante de Londres tuvo la desgracia de deber una gran suma a un prestamista. A éste, que era viejo y feo, le gustaba la hermosa hija adolescente del comerciante. Le propuso un negocio. Dijo que cancelaría la deuda a cambio de la hija del comerciante.
Tanto el comerciante como su hija se horrorizaron ante la propuesta. Entonces el astuto prestamista propuso que la Providencia decidiera. Les dijo que pondría una piedra negra y otra blanca en una bolsa vacía, y que la niña tendría que sacar una de las piedras. Si sacaba la negra, se convertiría en su esposa y la deuda del padre quedaría cancelada. Si tomaba la blanca, permanecería con su padre, y la deuda también se cancelaría. Pero si se negaba a extraer una piedra, el padre iría a la cárcel y ella se moriría de hambre.
El comerciante aceptó de mala gana. Estaban en un camino cubierto de piedrecillas en el jardín del comerciante mientras hablaban y el prestamista se agachó a recoger las dos piedras. Cuando lo hacía, la niña, con la vista aguzada por el temor, notó que tomaba dos piedrecillas negras y las metía en la bolsa. Luego le pidió a la muchacha que sacara la piedra que decidiría su destino y el de su padre.
¿Qué habrías hecho tú si hubieras estado en el lugar de la desdichada niña?
Según la lógica “común” existen tres posibilidades:
1. La muchacha debe negarse a sacar una piedra
2. Debe mostrar que hay dos piedras negras en la bolsa y revelar la trampa del prestamista
3. Debe sacar una piedra negra y sacrificarse para salvar a su padre de la prisión.
Ninguna de estas sugerencias es de gran ayuda, pues si la niña no saca una piedra, el padre va a la cárcel, y si lo hace, tiene que casarse con el prestamista.
El pensamiento vertical está preocupado por el hecho de que la muchacha debe extraer una piedra y adopta el punto de vista más razonable en esta situación, y luego procede a examinarla lógica y cuidadosamente.
El pensamiento lateral se preocupa por la piedra que queda y tiende a investigar todas las distintas maneras de contemplar algo, en vez de aceptar la más prometedora y proceder a partir de ella.
¿Qué hizo la muchacha del cuento?
Metió la mano en la bolsa y extrajo una piedra. Sin mirarla, la dejó caer sobre el camino, donde inmediatamente se perdió entre las otras.
¡Qué torpeza de mi parte!, dijo. Pero no se preocupen: si miran en la bolsa podrán decir qué piedra saqué por el color de la que queda. Como, por supuesto, la piedra que queda es negra, cabe suponer que había tomado la blanca, y el prestamista no se atrevería a admitir su deshonestidad.
Así, al emplear el pensamiento lateral, la muchacha convierte lo que parecía una situación imposible en otra sumamente ventajosa. En realidad, está en mejor posición que si el prestamista hubiera sido honesto y hubiera puesto una piedra negra y otra blanca en la bolsa, pues entonces habría tenido una sola posibilidad de salvarse entre dos (
50%).
Ahora, tuvo la seguridad (
100%) de permanecer con su padre y al mismo tiempo, de cancelar la deuda.
Si una historia como la de las piedrecillas se lee de corrido y la solución se da inmediatamente, quienes escuchan se inclinarán a preguntarse dónde está la gravedad del asunto.
Sólo si se produce una pausa para que encuentren por sí mismos la solución, apreciarán la dificultad.
Cuanto más se separa el pensamiento lateral de las reglas de la razón y del pensamiento vertical, más parece acercarse a la locura, salvo por el hecho de que todo el proceso se encuentra firmemente controlado. Mientras que en el pensamiento vertical la lógica controla la mente; en el lateral, la lógica se encuentra al servicio de la mente.
El pensamiento lateral no es una fórmula mágica que pueda aprenderse instantáneamente y aplicarse con provecho después. Es una actitud y un hábito mental. Es cuestión de toma de conciencia y de práctica, no de revelación.
El pensamiento lateral no es una fórmula nueva, ni una receta mágica para resolver problemas. Es un modo distinto y más libre de utilizar la mente.
Un ejemplo muy bueno de pensamiento lateral lo podéis encontrar en el episodio nº 1 (piloto) de Prison Break [aunque para mi gusto el resto de la serie es bastante prescindible ;) ].
¿Conocéis algún otro ejemplo, alguna historia que ejemplifique esta forma de pensar?
Podéis poner algún ejemplo que ayude a profundizar más en este concepto.
¿Se os ocurre alguna tipo de técnica para practicar una forma de pensamiento más potente?