28.12.06

Quien habita la Tierra

Prologo, “Mentiras”

Vivimos en un mundo lleno de mentiras, en el que autoengañarse es lo normal para continuar existiendo.

En esta loca carrera por ser los mejores en nuestro trabajo, ganar más dinero, saber más de música que el vecino o disfrazarnos mejor para follar más cada fin de semana, miramos a la mentira cara a cara todos los días, como a una amiga frente a un café. Todos, todos los días… En las caras de la gente, en la cesta de la compra, en el cuadrado de cemento que rodea a un árbol de ciudad o en el bote de jabón del baño. De modo que cuando alguien nos expone la verdad sin tapujos, nuestra primera reacción por defecto es rechazarla.

Y es que sumidos en esta “normalidad” lo anormal sería no darle la espalda a cualquier signo de sinceridad, puesto que esto entraría irremediablemente en conflicto directo con nuestra forma de vida, seríamos socialmente rechazados, anormales, malos, habríamos despertado a algo que es diferente y no sabríamos como manejarlo.

Es entonces cuando el terror se apodera de nosotros y nos repugna enfrentarnos a una vida sin un certificado de mentira con denominación de origen.

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Capitulo 1, "Un deseo"

Quiero que veáis una película que trata de respeto.

Es una película muy, muy, muy dura, porque muestra una realidad a la que normalmente estamos cegados.

No pretendo que tras su visionado cambiéis de opinión sobre vuestra forma de ver las cosas, pero sí que al menos dispongáis de un ángulo de visión mayor sobre la información que tenéis ahora mismo y haceros meditar sobre ello.

Sé que para algunas personas la pantalla dejará de emitir imágenes y todo continuará igual al día siguiente y para otras [como yo] las cosas comenzarán a ser bastante diferentes [de nuevo].

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Capitulo 2 “Exposición”

Pensando en voz alta con Syria sobre como enfocaros esto, llegué a una especie de conclusión.

Si a cualquiera de vosotros os preguntara si habéis visto “La lista de Schindler”, “La vida es bella”, o cualquier otra película sobre nazis, me responderíais que sí. Si no las hubierais visto y os las recomendara, aún diciéndoos que hay escenas crueles contra humanos, las veríais igual alegando que hay que verlas para no olvidar la historia y para que estas cosas no se repitan. Sin embargo cada vez que recomiendo “Earthlings” me cae un muro de titanio en forma de frase: “Es que yo estas cosas no puedo verlas".
No solo podéis, es que es una hipocresía no hacerlo. Es una falta de respeto hacia vosotros mismos [hacia vuestra inteligencia]; tener la oportunidad de conocer la verdad y negárosla sistemáticamente por miedo a no saber como enfrentaros a ella.

Si podéis ver películas de mentira que exponen realidades que no os gustan y aún así recomendar esas películas como algo bueno, algo que os ha gustado, debéis ver una película de verdad que expone la realidad, aún cuando esta no os guste.

Os lo dice alguien que sabía que no iba a parar de llorar de dolor durante 95 minutos y aún así os la recomienda:

Earthlings

. Si no la encuentras en Emule [actualmente se difunde gratuitamente] yo te la grabo [no importa si no te conozco, ponte en contacto conmigo dejando un comentario].

. También la difunden gratuitamente en:
www.igualdadanimal.org si quieres, escríbeles un mail a ellos:
info@igualdadanimal.org

. Si la prefieres original, puedes pedirla aquí:
www.isawearthlings.com

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Capitulo final "Conclusión"

Sólo una última cosa: Make the connection!

26.12.06

25.12.06

La canción del pirata


Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, "El Temido",
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:

Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

José de Espronceda, 1836